lunes, 20 de febrero de 2012

Frambuesas, deleite y tesoro.



En este día de un perfecto gris de feriado, aprovecho para ordenar las fotos del verano. ¿Les pasa que en momentos donde los sorprende un inesperado silencio en casa (marido y chicos no están), se encuentran un poco perdidos? Siempre añoro mis momentos de soledad... Pero, a veces,  cuando llegan de manera inesperada, no sé que hacer con el tiempo...  Qué tonta, pienso, todo lo que podría hacer... Debe ser como que dice un amigo mío "sentís culpa cuando estás sin hacer nada". Así que aprovecho para ordenar mis fotos. 
En mis días en el sur, una de las cosas que más me divertía hacer con los chicos era ir en búsqueda de frambuesas en el bosque (como les conté hace unos posts, viajé unos días a la Patagonia, muy cerca de Villa La Angostura). Nos pasábamos un rato largo buscándolas, pero cuando las encontrábamos, era como hallar un tesoro. Estas son de una tarde, después de una lluvia. Volvimos felices e hicimos una torta que después devoramos. 

"Qué lindas son, pero no las quiero probar", dijo mi hijo Juan. Y así fue. Por eso fue el que más juntó. Charlie, en cambio, se las devoraba ahí mismo y volvió con las manos vacías, pero la panza llena!


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